El desarrollo emocional es uno de los aspectos más importante en la vida de las personas, y quizás, el más deficientemente atendido por parte de nuestra educación. El arte, sin pretenderlo, hace que nos emocionemos. Si lo pretende, el arte se convierte en entretenimiento. Emociona superficialmente, no deja una huella profunda en nuestra memoria emocional. No sería verdadero. El arte, en cambio, nos marca de por vida. Eso ocurre con la música, oímos música, porque sin ella, quizás, esta vida sería insoportable. Gast dijo "la vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio". Cuando nos expulsan fatigosamente del acierto de la música, sentimos que a nuestra emoción le falta un componente esencial. Cuando nacemos, y la primera de nuestras calmas nos sobreviene. Probablemente, el lugar en el que nos encontrábamos era el pecho de nuestras madres. Con la mejilla en su pecho, sentiríamos, aun, la percusión de su corazón. Pareciera que todos los tambores...