El desarrollo emocional es uno de los aspectos más importante en la vida de las personas, y quizás, el más deficientemente atendido por parte de nuestra educación. El arte, sin pretenderlo, hace que nos emocionemos. Si lo pretende, el arte se convierte en entretenimiento. Emociona superficialmente, no deja una huella profunda en nuestra memoria emocional. No sería verdadero.
El arte, en cambio, nos marca de por vida. Eso ocurre con la música, oímos música, porque sin ella, quizás, esta vida sería insoportable. Gast dijo "la vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio". Cuando nos expulsan fatigosamente del acierto de la música, sentimos que a nuestra emoción le falta un componente esencial.
Cuando nacemos, y la primera de nuestras calmas nos sobreviene. Probablemente, el lugar en el que nos encontrábamos era el pecho de nuestras madres. Con la mejilla en su pecho, sentiríamos, aun, la percusión de su corazón. Pareciera que todos los tambores del África se hubieran puesto de acuerdo para ayudarla a darnos a luz con valentía. Es probable que percibiéramos, por vez primera, su voz calmando nuestro miedo. Toda la sensualidad de nuestra madre, nos ayudaría a reconocer lo verdadero de la vida, para que iniciar la búsqueda de ese sentimiento fuera un buen propósito para el resto de nuestra vida. Puede que el arte sea una forma de recordar esa primera emoción. Nuestros sentidos experimentando el hecho incuestionable de estar vivos. ¿Quién sabe?, ¿a quién le importa?
La primera experiencia emocional que recibe un bebé es de sus padres (si apuramos, del personal sanitario que atiende el parto, también). Seamos unos artistas para las emociones de nuestros hijos. Seamos fieles del templo emocional de nuestros pequeños. Ellos y el mundo se lo merecen.
Toquemos una música "movidita", cuando quieren bailarle a la vida su ritmo. Podríamos ser saxofones templados, melancólicos y sentimentales para que su tristeza por un desamor, curta esos corazones que recién están aprendiendo a limar la espereza del rechazo de la persona amada.
¿Por qué no un rap?, un poco de hip hop, para que sus cuerpos aprendan a moverse con un ritmo pegadizo frente a esos cuerpos erráticos, que no tuvieron la suerte de aprender de unos padres con sensibilidad para la música. Que llenaron sus vidas de una educación por y para los sonidos.
¿Qué tal un poco de jazz?, para que aprendan a improvisar y ser creativos. Cuando la dificultad le pone delante de ellos un desafío. Que sepan dar con la solución por ellos mismos.
Puede que, cuando no sepan como expresar con intensidad algo que les sucede. Que de tan simple que es, es imposible de expresar en una sola frase. Entonces puede que el quejío del flamenco le ayude a expresar la profundidad de lo que sienten.
Seguro que tendrán que sacar lo mejor de su juventud, con fuerza, con garra, con entuisasmo. Muchas veces en su vida. Por eso es bueno que no les abandone el Rock and Roll.
Cuando las primaveras parezcan inviernos duros de campaña, en la adversidad emocional de la vida, un Vivaldi se encargará de traer a su vida el florecer de la emoción.
¿Quieres un hijo que sea un líder?, dale la batuta de su emoción, deja que dirija su orquesta. Tiene un corazón, tiene un cerebro, tiene una vida que late a cada instante. Enséñale a oírse, a saber como manejar la sinfonía de su cuerpo. Será un gran maestro de orquesta.
Si no has nacido en Cádiz, Uruguay o Río de Janeiro, no te preocupes. La chirigota, la murga y la samba hablan el lenguaje de la alegría. Todos podemos ser alegres.
Cuando la amistad llame, con desinterés, a su puerta. Sabrá bailarla con un abrazo amigo, con un tango perfecto.
Ser padres emocionalmente activos, ¿qué os cuesta?, es un buen trato para todos. En la emoción, que nace de lo más profundo de nuestra condición humana, sólo existe una forma de hacerla sonar. Con la sinceridad y la entrega incondicional. No conmueve aquel que miente (el actor no miente, interpreta una verdad), no emociona aquel que su timbre no hace latir nuestro corazón. No libera aquel que todo lo negocia y todo lo cosifica. No somos cosas inanimadas, para eso está el dinero y el resto de inventos humanos. La emoción está, creada o evolutívamente desarrollada, para decirnos ¿qué nos gusta, y qué no?. ¿Qué nos entristece y qué nos alegra?. ¿Qué nos da miedo y qué alivio?. ¿Qué nos da ira y qué alegría?. La emoción está para el asombro y la sorpresa. Lo tenemos todos y todas.
Os acordáis de esa frase que dice:
"El ser humano, ¡qué ser tan misterioso!
Nacer no pide.
Vivir no sabe.
Morir no quiere"
Sólo se trata de vivir amigos y amigas. La ternura de saberse querido, en una armonía familiar es un regalo al alcance de casi todos. Con desgraciadas excepciones.
Ahora, no lo penséis dos veces, nunca es tarde si la música que suena es buena.
"No se puede comprar el corazón, porque lo que el corazón quiere se paga con la vida" Heráclito.
Un saludo,
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