"La molécula que ha de reunir
tantos átomos en danza
no acaba de cristalizar",
Santiago Auseron,
El Ritmo Perdido, sobre el influjo negro en la canción española.
El Ritmo Perdido, sobre el influjo negro en la canción española.
Allí donde no hay otra cosa que un ser humano, existe un sonido que se convierte en música, por un impulso primario que no somos capaces de localizar, con exactitud, en su origen. No somos capaces de entender en su máxima expresión cultural.
La rítmica la llevamos en el cuerpo, o mejor dicho, en los cuerpos. Somos orquestas andantes. ¿Cómo influye la conciencia, o no, de este ritmo interno en nuestra psique?, ¿somos aquella justa medida entre lo melódico y la forma de movemos en el ritmo del mundo?
Un ser humano silbando una melodía... es ya una declaración de intenciones. Es por sí mismo una declaración de bienestar personal. Es una forma de decir; "¡qué maravilla!
Un ejercito haciendo la guerra convence a aquellos que van frente a la muerte, con sonidos de percusión, viento y metal.
Un bebé es mecido en un vaivén sereno en brazos de alguien que le susurra una canción de cuna que lo tranquiliza y entrega a los brazos del sueño.
Un niño, o una niña, que se divierte oyendo música y moviendo su cuerpo en descubrimiento, aún. ¡Qué misterio tan excepcional!, dejemos que los niños canten, bailen y exploren sus emociones.
Aquel joven que encuentra en la letra de las canciones el ritmo exacto del latido de su amor descontrolado.
Aquellos que lo perdieron todo, es decir, que dejaron marchar el amor que en ellos yacía, oyen un tango, un blues, un bolero... que les parte el alma.
Las canas que nos recuerdan cuantas canciones no cantadas, bailes no bailados o instrumentos no tocados son parte de una sinfonía incompleta. Añorada.
Baila, toca y canta. Que la música no pare, hasta que nuestras emociones nos digan por qué aquellos primeros hombres y mujeres, hermanos primogénitos de nuestra raza humana, comenzaron la función que todavía no cristaliza.
Un saludo.
Comentarios
Publicar un comentario